sábado, 19 de diciembre de 2020

Todos nosotros. Javier Menéndez Flores


Buenas tardes, familia literaria: 

Hoy os traigo una nueva reseña, en este caso se trata de Todos nosotros, una gran novela policiaca con muchas pinceladas de novela negra, escrita por Javier Menéndez Flores y publicada por la editorial PlanetaAntes de comenzar, os quiero presentar al autor, ya que su prosa ha sido un gran descubrimiento para terminar el año. 

Javier Menéndez es un escritor y periodista español. Inició su andadura periodística en Guía del Ocio de Madrid, donde durante un periodo de cinco años se ocupó de la crónica nocturna y de las entrevistas. Desde entonces ha colaborado con asiduidad en otras muchas publicaciones como, Interviú, revista para la que a lo largo de quince años entrevistó a fondo a más de quinientas personalidades del mundo de la cultura y el espectáculo. 




Su carrera como escritor es amplia, ya ha publicado una docena de libros que abarcan distintos géneros como: 

Novela: Los desolados y El adiós de los nuestros. 

Entrevista: Miénteme mientras me besas y Arte en vena. 

Ensayo cinematográfico: Guapos de leyenda. 

Biografía: En este caso centrada en grandes figuras de la música española. Destacan las dedicadas a Dani Martín (Soñar no es de locos) y a Extremoduro (De profundis) y su trilogía sobre Joaquín Sabina (Perdonen la tristeza, En carne viva y No amanece jamás). 

Hoy, os voy a hablar de su última último libro publicado, Todos nosotros. Como os mencionaba al comienzo, es una novela negra-policiaca. Está dividida en dos partes, la primera está ambientada en el Madrid de los 80, el final de la Transición mientras que la segunda transcurre en la ciudad con un salto de 21 años.

Diego Álamo y Roberto Guzmán son inspectores de policía, trabajan en la Brigada Regional de Policía Judicial, situada en la Puerta del Sol. Ambos investigan el atropello mortal que tuvo lugar días atrás en un barrio de Carabanchel. Lo extraño no es el suceso sino la desnudez de la víctima, las terribles lesiones que la autopsia sitúa previas al atropello y su anterior desaparición. Aquí comienza una investigación que traerá de cabeza a los inspectores, todo parece apuntar que este caso y las nuevas desapariciones están relacionadas. En todos los casos las mujeres son vistas por última vez en bares de copas, desde ahí se pierde su pista. 


La ambientación es magnífica. En la primera parte, disfrutaremos de una investigación policial a la antigua usanza; con libreta y boli y la escasez de medios de los años 80. En la segunda, podremos observar los cambios que han ido sucediéndose con el paso del tiempo, tanto sociales y políticos como internamente en la policía. Ha sido la ambientación lo que más me ha gustado de la novela y en mi opinión es lo que la diferencia de otras del mismo género. Se puede apreciar la crónica periodística del autor, narrando momentos y situaciones reales. Plasmándolos y uniéndolos a la trama con gran acierto.

Los personajes están muy bien caracterizados: Diego Álamo es un joven inspector que disfruta de los cambios que trae la Transición, sin embargo, su compañero es un veterano en la Brigada, echa de menos la Dictadura y mira receloso el paso a la democracia. En el caso de Diego, su desarrollo es mucho más profundo, ya que lleva el protagonismo en la trama y el lector consigue conectar con él a la perfección.

«Cuando los dos policías salieron del bar y se dirigieron al coche, a Diego le asaltó, a traición, igual que un flechazo inesperado, una imagen: los ojos de Elena Vicuña. Aquellos ojos detenidos para siempre en un gesto de espanto o de ira. Unos ojos que habían dejado de ver, de desear, de sentir el mundo». 

La trama es cruda, está llena de violencia y por momentos resulta difícil de digerir y asimilar. La crueldad en estado puro está representada por un personaje, un varón atractivo y simpático a simple vista, pero un monstruo en su interior. 

«El mal nunca descansa. Y puede sorprendernos en cualquier lugar». 

El ritmo consigue mantener al lector en tensión en todo momento, intercalando el protagonismo de los capítulos, siguiendo la investigación junto a los inspectores o viviendo en sus propias carnes el infierno que sufren las víctimas. 

«En el suelo de cemento, junto a aquel cuerpo oculto que se encontraba en un sótano a oscuras, había un bidón lleno de agua, una bandeja con comida que permanecía intacta y una palangana a modo de retrete». 

He disfrutado enormemente de esta novela hasta el final, algo enrevesado para mí gusto, aunque bien hilado. En general me ha sorprendido bastante y he descubierto a Javier Menéndez Flores, su autor. Gracias a Babelio(Masa crítica) y a la editorial Planeta por hacerlo posible.



El pequeño rinconcito de Bey
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