sábado, 28 de marzo de 2020

Almas grises. Philippe Claudel


Almas grises
Philippe Claudel


👥 Buenos días, lectores empedernidos📚

¿Cómo lleváis el confinamiento? ¡Recordad, ya queda un día menos! Tan solo queda un poco más y conseguiremos derrotar al enemigo, el Covid19 no podrá con nosotros. ¡Ánimo y fuerza! Estos días he de admitir que me está costando leer bastante, no me concentro por más que lo intento. Son ratos malos, pero todo pasa y esto también pasará. ¿Queréis saber cuál ha sido mi última lectura? ¡Vamos!

Diciembre de 1917. En un pequeño pueblo del norte de Francia, el cuerpo sin vida de una hermosa niña aparece flotando en el canal. A la escena del crimen acuden, acompañados por el incesante tronar de los cañones y el acre olor a pólvora de un frente que se desgarra a escasos kilómetros, un policía, un juez instructor y un militar. En este mundo provinciano, el asesinato de Belle suscita innumerables sospechas, despierta viejos rencores y sacude un orden social que se tambalea. Todos los indicios apuntan al fiscal Destinat, un rico aristócrata ya jubilado, pero el juez designará como culpables a dos desertores apresados en las cercanías del lugar del crimen. Sin embargo, la crónica de los hechos, escrita por el policía veinte años después del suceso, invita al lector a descubrir una realidad inesperada. En su implacable relato, donde la emoción aparece retenida por el pudor del narrador, nadie es inocente, y los culpables, de una forma u otra, son también víctimas. El gris es el tono dominante, pero no el gris de la muerte, ni el del duro clima invernal, ni siquiera el de la cobardía, sino el gris en que se desenvuelve la condición humana: la ausencia de certezas absolutas, las sombras, los claroscuros, en suma, el peso rotundo de la duda.



Conocí a Philippe Claudel con su obra La nieta del señor Linh, una auténtica joya literaria, me gustó tanto que decidí seguir leyendo el resto de sus obras. 





Almas grises es ganadora del prestigioso premio Renaudot y elegida Libro del Año por los libreros franceses y la revista Lire.

Este libro ha llegado a mi vida en unos días muy oscuros, en un momento muy difícil, mi madre lo describe como una guerra silenciosa, ¡GUERRA! que palabra tan horrible. Pero a pesar de esta adversidad tenemos que seguir en pie, luchando contra este virus, intentar dentro de lo posible llevar una vida "normal" pero EN CASA. ¡Se puede! Hay muchas cosas por hacer, leer, por ejemplo. Por ese motivo estoy aquí, para traeros una lectura que pueda amenizaros estos días. 


Almas grises no es precisamente una historia alegre y divertida, lejos está de parecerlo tan siquiera, pero eso no ha hecho que me hunda aún más, sino que ha conseguido evadirme de las circunstancias actuales.


Sus 222 páginas están narradas en primera persona, un policía nos relata, 20 años después, la crónica de los hechos acaecidos tras un cruel asesinato. Una niña de 10 años aparece flotando sin vida en el lago de una pequeña ciudad del norte de Francia. Belle de Jour, como la apodaban cariñosamente sus vecinos.

No seguiremos de forma cronológica los sucesos, iremos yendo y viniendo en el pasado a través de los recuerdos de nuestro narrador. Así nos lo explica:


«Todo esto puede parecer un enorme barullo, un revoltijo sin pies ni cabeza, pero en el fondo es la imagen de mi vida, que no ha sido más que una sucesión de fragmentos, imposibles de recomponer. Para intentar comprender a la gente, hay que escavar hasta las raíces.»

De fondo histórico tendremos la primera Guerra Mundial, un escenario hostil cuanto menos. En este ambiente gris que recrea el autor iremos conociendo a los personajes, sus luces y sombras. De igual modo, poco a poco tras la reconstrucción de sus recuerdos, iremos descubriendo también los horrores del relator. 

«La locura es un país en el que no entra quien quiere. En esta vida todo hay que merecerlo. En cualquier caso, él entró como un señor, largando amarras y velas con la gallardía de un capitán que da barreno a su barco y espera, de pie en la proa, a que se hunda.»


Gracias a la delicada prosa del autor y a sus maravillosas descripciones, el lector consigue sumergirse en los recuerdos del policía y vivir de una forma muy real esta historia. La injusticia y la soledad lo inunda todo, la guerra llena las calles de heridos, las casas de muertos. La soledad aturde a las mentes frágiles, las atormenta. La injusticia deshumaniza a las personas, la rabia consigue distorsionar la realidad. En esta historia no logramos separar el bien del mal, porque hasta los asesinos son víctimas y hasta las víctimas son asesinos. En cierta forma, como menciona en varias ocasiones el relator u algún otro personaje:

«Las cosas no son ni blancas ni negras, lo que reina es el gris. Los hombres, sus almas..., pasa lo mismo.»

He de admitir que al inicio me sentí algo confusa con tanto personaje pero después, sin darme cuenta, cada pieza ocupaba su lugar como si de un puzzle se tratase, creando una verdadera obra de teatro, donde sus habitantes ya forman parte de mi ser. Una vez más Philippe Claudel consigue dejarme sin aliento en su final. ¡Chapó!

¡Léelo! ¡Es maravilloso! Y su edición de bolsillo es preciosa y muy económica, aquí.


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