sábado, 7 de septiembre de 2019

Mendel el de los libros. Stefan Zweig

Estimado Sr. Zweig:

Acabo de leer una de sus novelas cortas, para ser más exacta, Mendel, el de los libros. ¿Alguna vez vió usted una de esas películas en las que los personajes hacen un viaje astral y ven escenas del pasado como si estuvieran presentes allí mismo y fuesen un testigo más? Se lo pregunto porque si es así, entonces comprenderá exactamente cómo me he sentido yo mientras leía estas escasas 35 páginas. Es increíble cómo su narrativa, siendo tan breve, logre hacer sentir tanto. Cómo puede mantener al lector inmerso en sus páginas desde la primera línea. Cómo esas descripciones, tan sumamente realistas, puedan transportarte en cuestión de segundos a otro país, otra época.

He visto a Mendel ante mí al cerrar los ojos, su viejo abrigo colgado del perchero de un bar de Viena. Un señor tosco, distante, con una inteligencia superior y un reflejo de sabiduría en su mirada. He sentido su amor por los libros; un amor que muy bien pudiera parecer obsesión para los no entendidos. ¡Qué gran mente!

He olido y oído el ambiente del Café Gluck en aquellos años donde el protagonista conoció a Mendel, es más, he sentido que usted y yo estábamos allí, que usted me lo iba narrando al oído, en susurros, como si fuese una historia de misterio, un secreto. He sentido mis dedos rozando esa mesa de mármol, he percibido el olor de esa montaña de libros, catálogos y documentos de los que siempre estaba repleta.

Sí, definitivamente para mí ha sido como un paseo en otra vida. Algo íntimo, armonioso, como ese balanceo casi hipnótico del librero, y donde el más mínimo ruido bastaría para arruinar la magia del momento.

Algo me produjo una sensación de curiosidad, tanto conocimiento, tantas horas leyendo las páginas de algún libro y... ni un solo periódico,  mucho menos cualquier otra distracción. Pero claro, así es como la guerra le pilló desprevenido. Señor Zweig, para mí la historia ha sido tan real que, mi corazón me dice que ese hombre realmente existió. Seguiría, pero no puedo hablarle más sobre Mendel ya que perjudicaría a mis lectores y quiero que ellos lo descubran y lo sientan como lo hice yo.

Es hora de despedirme, pero antes, quería decirle que sus últimas palabras en este relato me emocionaron tanto que aún dan vueltas en mi cabeza como si de un bucle se tratara.

“Los libros solo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda la existencia: la fugacidad y el olvido."

Gracias por el increíble viaje.

Como presiento que le haré una visita en breve, no me despido de usted con un adiós, sino con un ¡hasta pronto!

Bey

5 comentarios:

  1. Hola, es lo que tiene leer a los grandes, yo tengo a "Clarisa" esperando, y el año pasado leí "Carta de una desconocida" si no lo has leído, te lo recomiendo. Besos.

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  2. Este año he leído otra de sus obras, las hermanas. Una historia que me ha sorprendido muchísimo. Carta a una desconocida lleva tiempo entre mis pendientes, ahora no dudo en adelantarle puestos. Muchas gracias por tu visita y tu recomendación.

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  3. Me encanto este libro y me encanta tu reseña. Me quedo por aquí y si te apetece te invito también a visitar mi blog literario.

    Bs.

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  4. Llevo tiempo queriendo estrenarme con este autor, y en concreto con este libro, del que he oído hablar maravillas. Y tras tus entusiastas palabras me han vuelto las ganas de hacerme con él. Fantástica reseña.
    Por cierto, te dejo el enlace a la última entrada que he publicado, donde anuncio un sorteo muy especial, por si te interesa:
    https://erasejm.blogspot.com/2019/09/preguntas-blogueras-32.html

    Un beso ;)

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